EPHA2 La proteína clave en la metástasis del cáncer de mama y su paralización

Cualquier cáncer si no se trata a tiempo acaba invadiendo otros órganos. Este proceso se denomina metástasis, y resulta común a todos los tipos de tumores. Y si bien es y ha sido objeto de numerosos estudios, aún no ha sido desentrañado por los científicos.

Las metástasis son responsables de hasta un 90% de los fallecimientos causados por el cáncer. Sin embargo, investigadores de Cancer Research UK, organismo británico dedicado a la investigación del cáncer, identificaron una nueva proteína implicada en la metástasis del cáncer de mama, permitiendo así avanzar un paso más en la lucha frente a esta devastadora enfermedad.

El estudio, publicado en la revista Science Signaling, muestra cómo la activación o inactivación de una proteína, la EPHA2, resulta clave para que las células tumorales puedan viajar a través de los vasos sanguíneos.

Tal y como explica Nell Barrie, co-autora de la investigación, “nuestro estudio es importante porque amplía nuestro conocimiento sobre cómo las células del cáncer de mama se mueven en el organismo. Así, investigaciones como la nuestra resultan vitales para ayudarnos a entender cómo se expande el cáncer y cómo evitar que esto suceda”,  “si bien es necesario llevar a cabo más estudios antes de que este hallazgo pueda beneficiar a los pacientes, supone sin duda un salto en la dirección correcta”.

Las células del cáncer de mama, viajan por el torrente sanguíneo para llegar a otros órganos. Y en este contexto, el nuevo estudio muestra que para entrar y salir de los vasos sanguíneos, las células del cáncer de mama activan y desactivan el receptor EPHA2.
El estudio ha identificado que cuando EPHA2 se encuentra activado, las células tumorales permanecen dentro del vaso, por lo que viajan a través del torrente circulatorio.

”El próximo paso será identificar cómo se activa este receptor, para que así las células tumorales no puedan salir de los vasos sanguíneos. Y es que de esta manera, seremos capaces de parar la expansión del cáncer de mama y hacer que la enfermedad sea más fácil de tratar”, concluyeron.

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Vicomtech desarrolla una plataforma web para aglutinar toda la información sobre cáncer de mama

El centro de investigación aplicada Vicomtech-IK4 de Donostia coordina el proyecto internacional Desirree para ayudar en el tratamiento del cáncer de mama.

Fuentes del centro explicaron  que los facultativos tienen hoy en día a su alcance “ingentes cantidades de datos clínicos acumulados a partir de las pruebas diagnósticas y tratamientos efectuados y que la información disponible supera a la capacidad de análisis, algo que intentan solucionar las nuevas herramientas informáticas basadas en inteligencia artificial”.

En este contexto, Vicomtech-IK4, junto con un consorcio de empresas, centros, universidades y hospitales internacionales, va a desarrollar en el marco de este proyecto una tecnología que permite aglutinar y procesar toda esta información de forma eficaz, inteligente y multidisciplinar.

Este proyecto, denominado Desiree, consiste en una plataforma web que tiene su base en el trabajo colaborativo de los comités de mama, que son grupos interdisciplinares de especialistas que discuten individualmente los casos clínicos.

El objetivo es agilizar la gestión de toda la información disponible de los casos, proporcionar una atención más personalizada y una visión más integral del paciente, obtener nuevas evidencias con base en las experiencias acumuladas y disponer de nuevas herramientas ágiles, intuitivas y visuales de apoyo a la decisión clínica.

El proyecto también contempla el desarrollo de herramientas para el pronóstico y evolución del tratamiento clínico basadas en la imagen que permitan predecir la evolución del cáncer de mama mediante técnicas no invasivas.

Además, se prevé el desarrollo de “una novedosa” tecnología de cirugía computacional que simulará la cirugía a realizar en la mama, así como un modelo fisiológico que permitirá predecir el resultado estético de la intervención del cáncer de mama, con importantes implicaciones en la interacción del médico con la paciente y en la toma de decisiones de la propia paciente.

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En 10 años será posible detectar el cáncer de mama con solo una prueba de sangre

Una simple prueba de sangre podrá detectar cáncer de mama de manera precoz en mujeres de alto riesgo, ya sea por la densidad de su mama, por antecedentes familiares o por ser portadoras de marcadores genéticos de susceptibilidad, antes de que padezcan la enfermedad.

Será posible gracias a un estudio de la Fundación QUAES, en colaboración con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que está aun en fase inicial, pero cuyos resultados podrán llevarse a la práctica clínica dentro de 5 o 10 años.

La investigación es la segunda parte de un estudio ya finalizado,  coordinado por Javier Benítez, en el que se han identificado un conjunto de marcadores sanguíneos que podrían aplicarse para la detección precoz de cualquier tipo de tumor de mama en pacientes que ya tienen la enfermedad.

Este primer trabajo, cuyos resultados ya han sido publicados, tenía como objetivo encontrar marcadores que permitiesen realizar un diagnóstico precoz de cáncer de mama complementarios a los que ya existen, pero que tienen limitaciones.

Para ello, se estudiaron los denominados ‘microRNAS’, ” que están tomando un fuerte peso como marcadores diagnósticos y de seguimiento de respuesta a tratamientos en diversas enfermedades genéticas y también en el cáncer”, ha explicado Benítez.

“Sabemos que las células tumorales pueden expulsar estos ‘microRNAS’ del tumor hacia el exterior y aterrizar en la sangre periférica”.

Para ello, se analizaron más de 125 mujeres con cáncer de mama que ya habían sido operadas y se estudiaron más de 2.000 ‘microRNAS’ y los datos se compararon con muestras de mama de mujeres no enfermas.

Se comprobó que de los 2.000, unos 200 eran diferentes entre el grupo de mujeres con cáncer y el grupo control. El siguiente paso, fue desarrollar un algoritmo matemático que permitiera seleccionar el mínimo número de esos elementos que dieran esa diferenciación entre tejido normal y tumoral con la misma precisión.

Se redujo a 25 los que cumplían esa función y el siguiente paso fue tratar de identificarlos en la sangre periférica de las pacientes. Ya comprobado, se redujo  más el número de ‘microRNAS’, en concreto a 5, con los que se cumple el objetivo de hacer un diagnóstico precoz de cáncer de mama en sangre periférica, una prueba “que se puede repetir cuantas veces se quiera sin causar ningún tipo de problema a la paciente”.

En estos momentos la prueba solo se puede hacer en algunos centros, pero la idea, según ha señalado Benítez, es desarrollar un ‘kit’ que permita ser utilizado de forma generalizada y que el coste sea pequeño, no más de 100 euros.

La segunda etapa del estudio “pretende ir un poco más allá”, ya que se trata de constatar si esos mismos marcadores permiten hacer también un diagnóstico en mujeres sin cáncer de mama pero con un alto riesgo de desarrollarlo”, con lo que “se daría un paso muy importante en el campo de la prevención”.

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Primer nacimiento en España de dos niñas libres del gen del cáncer de mama.

Laura prefiere mantener en secreto su nombre real, y también el de sus hijas. Su tatarabuela, su bisabuela y su abuela antes que ellas murieron de cáncer de mama. Su madre también es portadora de una mutación en el gen BRCA, pero se negaba a seguir transmitiendo esa herencia genética.

“Cuando mi madre fue diagnosticada por segunda vez (en el primer tumor tenía sólo 30 años), el oncólogo nos sugirió hacer un estudio genético porque también su madre y su abuela habían muerto de cáncer a una edad temprana”.

“Al principio yo no quise saber si era portadora, pero una revisión me llevé un pequeño susto y decidí hacerme el estudio porque ya me estaba planteando tener familia”. El estudio indicó que ella también era portadora de una mutación en el gen BRCA2, una anomalía implicada en un 5-10% de los tumores de mama, pero que también eleva el riesgo de cáncer de ovario.

Laura  quería ser madre, pero no quería transmitir esa herencia a sus hijos, así que consultó en uno de los centros del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Galicia la posibilidad de someterse a un diagnóstico genético preimplantacional.

Un procedimiento que, como explica el doctor Elkin Muñoz, director de IVI Vigo y ginecólogo de Laura, permite seleccionar los embriones que no son portadores de la mutación del cáncer.

Aunque esta técnica puede usarse ya en algunas enfermedades monogénicas (es decir, causadas por un solo gen), en el caso del cáncer hereditario es la Comisión Nacional de Reproducción Asistida del Ministerio de Sanidad la que debe autorizarlos uno por uno. Esta comisión evalúa los antecedentes familiares y reproductivos de la mujer para confirmar que, efectivamente, la mutación podría causar la aparición precoz de la enfermedad en la descendencia.

Seis meses después de pedir permiso, Laura y su marido obtuvieron el visto bueno de la Comisión para iniciar el proceso de reproducción asistida y elegir únicamente los embriones libres de la herencia. De 11 embriones, 3 de ellos estaban libres del BRCA. Dos se implantaron y uno se congeló por si decidían ser otra vez padres en el futuro. La implantación de los embriones tuvo éxito a la primera y el pasado mes de julio nacieron sus dos hijas.

Antes que ellas, sólo dos niños varones (en Barcelona y en Zaragoza) habían nacido libres del gen del cáncer de mama en España. . Como explica el doctor Elkin Muñoz, también se han autorizado ya casos para evitar la transmisión en familias con síndrome de Lynch y cáncer de tiroides hereditario.

Laura está esperando a que las pequeñas crezcan unos meses para someterse a una mastectomía preventiva. “Después me quitaré también los ovarios”. Sus hijas podrían tener un cáncer de mama en el futuro, como una de cada 10 o 12 mujeres a lo largo de su vida. Pero la ciencia les ha librado de una herencia macabra que hacía este diagnóstico algo casi inevitable. Laura está feliz con la decisión: «Cuando sean mayores se lo contaré».

Un estudio español cambiará la práctica clínica en cáncer de mama metastásico.

El estudio, denominado ConvertHer, ha sido llevado a cabo por el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (Geicam) y en el mismo han participado la mayoría de los hospitales españoles aportando pacientes que habían recaído en su enfermedad.

A estas mujeres se les realizaba una biopsia para obtener el material que luego se ha estudiado a nivel molecular, ha explicado  la doctora Ana Lluch, jefa del Servicio de Hematología y Oncología Médica del Hospital Clínico de Valencia y miembro del comité científico de Geicam.

“Se estudió el tumor que las pacientes habían tenido inicialmente y posteriormente en el momento de la recaída y se observaron los cambios que se producían”, ha explicado esta oncóloga.

La importancia de esta investigación es que va a influir en los tratamientos que van a recibir las pacientes con metástasis, que estarán más ajustados a la biología del nuevo tumor.

El cáncer de mama es muy heterogéneo. Se sabe que en torno al 70 % de los tumores son hormonodependientes (denominados luminal), un 15 % sobreexpresa la proteína HER2 (HER2 positivo) y el resto es el denominado triple negativo.

Los resultados de la investigación muestran pocas variaciones en los dos últimos subtipos, pero sí se han observado cambios en el hormonodependiente. Entre un 20 y un 30 % de estas pacientes recaen entre los cinco y los diez años siguientes.

 El por qué hay variaciones en el fenotipo de este tumor aun no se sabe, pero los investigadores manejan la hipótesis del paso del tiempo ya que las mujeres con ese subtipo de cáncer de mama son las que más tardan en recaer.

Este descubrimiento “cambia la práctica clínica y por eso cada vez estamos más convencidos desde Geicam de que nos tenemos que adentrar en estudiar más esa biología porque cambia nuestra perspectiva de tratamiento clínico”, ha señalado la doctora Lluch.

Geicam, constituido por más de 780 expertos que trabajan en 184 hospitales de toda España, está también trabajando en la inmunoterapia para el subgrupo de triple negativo y aunque la investigación aun está en fase inicial, la doctora Lluch ha asegurado que “apunta a que puede tener un papel” en este tipo de tumores.

En este sentido, el doctor Joan Albanell, coordinador del comité científico y jefe del Servicio de Oncología del Hospital del Mar de Barcelona, ha señalado que hay resultados que constatan que el tumor se reduce pero “hasta ahora no tiene unos efectos tan importantes” como en otros tipos de cáncer. Y que una de las apuestas más relevantes del grupo es el análisis de la biopsia líquida en el cáncer de mama.

Esta técnica consiste en el análisis de células tumorales o pequeños fragmentos de ADN que circulan en la sangre y que puede proporcionar una información de la que hasta ahora se carece.

Además, podrá permitir también monitorizar los efectos de los tratamientos e identificar de manera precoz a partir de una muestra de sangre (una analítica convencional) los mecanismos de resistencia.

A este respecto, la doctora Lluch ha señalado que con las biopsias líquidas en un futuro próximo ya no va a haber que hacer una biopsia del hígado o del pulmón para obtener una muestra del tumor, pues una muestra de sangre será suficiente para conocer el ADN de la célula tumoral, lo que “permitirá estudiar a las pacientes sin método cruento alguno”.

Esta tecnología está en fase de investigación muy avanzada pero aún no tiene aplicación en la práctica clínica rutinaria en cáncer de mama, aunque sí en otros tumores como el de colon.

El presidente de Geicam y jefe del Servicio de Oncología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Miguel Martín, ha señalado que será una realidad a medio plazo, si bien ha precisado que “hay una progresiva aceleración de la aplicación de los resultados de la investigación a la práctica clínica”.

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Roche y el CHUS unidos por la lucha contra el cáncer de mama y próstata

Como «una apuesta para unir fuerzas y vencer el cáncer con conocimiento y precisión» calificó Rafael López, jefe de Oncología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), la unidad mixta de investigación para oncología de precisión que empezó a funcionar este mes en el Hospital Gil Casares, se centrará en los tumores de mama y próstata. La promueve la multinacional Roche Farma y la Fundación Ramón Domínguez, que gestiona investigación sanitaria en las áreas de Santiago y Lugo.

Se suma a la red de 19 unidades mixtas de investigación impulsadas por la Consellería de Economía, indicó el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, que inauguró las instalaciones.

Millón y medio de españoles viven con cáncer, y hay más de 200.000 casos nuevos en España cada año, afirmó Annarita Gabriele, directora médica de Roche Farma. Destacó que esta unidad mixta aspira a ser «referente nacional e internacional» y generó 7 empleos directos. El objetivo es cronificar los diversos tipos de cáncer, curarlos en las fases más precoces, y evitar las metástasis, explicó Federico Plazo, ex director general de Farmacia del Ministerio de Sanidad y actual directivo de Roche.

Concretamente, el trabajo se desarrollará en tres objetivos específicos: el desarrollo de estrategias innovadoras para el estudio de la biopsia líquida en pacientes con cáncer de mama y próstata; la modernización del proceso de metástasis para la caracterización molecular/funcional de los tumores; y la creación de nuevas herramientas de diagnóstico basadas en nanotecnología.

Esta unidad, integrada por dos grupos que “funcionarán como uno sólo para alcanzar el objetivo común”, en palabras de Feijóo, cuenta con participación de médicos, oncólogos y personal de distintas disciplinas. Según ha precisado el mandatario autonómico, los criterios clínicos “están en la base del proyecto, mientras que la participación de Roche posibilita su efectiva transferencia en tecnologías y productos con aplicación clínica que ayudarán a mejorar las expectativas de vida de los pacientes”.

El Hospital Clínico, situado a escasos metros de esta unidad, prevé conseguir permiso en febrero para realizar biopsia líquida a pacientes, avanzó López.

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El Cáncer de mama podría afectar más a mujeres con obesidad.

Un equipo internacional de científicos, en el que participa la Universidad de Granada, ha desvelado que el cáncer de mama afecta más y es más agresivo con las personas obesas porque la grasa  que rodea el tumor, facilita la expansión e invasión de las células madre cancerígenas, responsables del inicio y crecimiento del cáncer.

Las células madre cancerígenas se encuentran en los tumores en muy bajo número, y tienen como característica importante la formación de las metástasis en sitios diferentes al tumor original. La quimioterapia y la radioterapia convencionales no son capaces de destruir estas células, por lo que en muchas ocasiones, tras una respuesta inicial al tratamiento, muchos pacientes con cáncer tienen recaídas debido a que no han sido destruidas.

Este nuevo trabajo de investigación ha sido liderado por la Universidad de Miami (Estados Unidos), y en él participan científicos del Complejo Hospitalario Universitario de Granada y del grupo de investigación ‘Terapias avanzadas: diferenciación, regeneración y cáncer’ de la Universidad de Granada, pertenecientes además al Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada

Las consecuencias de la epidemia de la obesidad sobre la morbilidad del cáncer y la mortalidad son muy graves. De hecho, se calcula que en la actualidad hasta un 20 por ciento de las muertes por cáncer puede ser atribuible a la obesidad.

Las mujeres obesas tienen un mayor riesgo de cáncer de mama después de la menopausia y peor evolución de la enfermedad a cualquier edad, pero los mecanismos por los cuales contribuye al desarrollo del cáncer y la evolución de las pacientes no están todavía claros. La grasa en la obesidad da lugar a inflamación local y a la no maduración de las células que forman dicha grasa, los adipocitos.

En este estudio realizado en ratones los científicos examinaron los efectos del cultivo conjunto de adipocitos y células de cáncer de mama, ambas obtenidas de los mismos pacientes, sobre la agresividad tumoral, la capacidad de invasión local y la metástasis de dicho tumor.

Los resultados indican que la interacción que se produce a principios de la invasión del cáncer de mama, entre las células tumorales y los adipocitos inmaduros cercanos al tumor, induce una secreción aumentada de citoquinas  o proteínas pro-inflamatorias que dan lugar a una mayor expansión de células madre cancerígenas altamente metastásicas.

“El cultivo prolongado de células tumorales con los adipocitos inmaduros, o con estas citoquinas, aumentó la proporción de células madre cancerígenas, que tenían una capacidad de formar nuevos tumores, un incremento de células tumorales circulantes en sangre y un mayor potencial metastásico tras su implantación en ratones –señala Marchal–. Por último, encontramos que fármacos inhibidores de la proteína Kinasa SRC disminuyen la producción de citoquinas y de las células madre cancerígenas.

Estos hallazgos revelan nuevas perspectivas subyacentes al aumento de la mortalidad por cáncer de mama en mujeres obesas, y proporcionan evidencias preclínicas para probar la eficacia de fármacos inhibidores de la proteína Kinasa SRC en el tratamiento del cáncer de mama.

 

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La lucha de Pedro Márquez contra el cáncer de mama que sufrió.

 Pedro, ingeniero de 47 años, trabaja en una maqueta de la batalla de Waterloo desde hace ocho años y siempre se ha encargado de diseñar él mismo a las diferentes tropas enfrentadas. Pero desde 2013 ya no puede hacerlo por las secuelas que sufre su brazo izquierdo debido a un cáncer de mama.

Un accidente de bricolaje que rompió tres de sus costillas le hizo descubrir a Pedro y a los médicos que un bulto del tamaño de un guisante, se hallaba detrás de su pezón izquierdo. Los resultados de la biopsia revelaron tumor maligno desarrollándose en su glándula mamaria y que ya había invadido su sistema linfático y lo iba a utilizar para extenderse por el resto del organismo.

Pedro no sabía entonces que los hombres podían tener cáncer de mama y que al menos un 1% de todos los casos diagnosticados son hombres.

Tener altos niveles de estrógenos, padecer el síndrome de Klinefelter-una afección que hace desarrollar bajos niveles de andrógenos y altos de estrógenos-, tener antecedentes de cáncer de mama en la familia, alteraciones genéticas, exponerse a radiación son los principales factores de riesgo para sufrir este cáncer. Aunque, como indica Noelia Martínez, oncóloga médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal, el mayor factor de riesgo es la edad. «La edad promedio de los hombres diagnosticados con cáncer de mama es de 67 años», explica.

Pedro tenía 44 cuando se le diagnosticó cáncer de mama y para curarlo hubo que extirparle su mama izquierda entera (mastectomía), pero  al haber invadido su sistema linfático, se le practicó además una linfadenectomía, un tipo de intervención quirúrgica en la que se extraen los ganglios axilares.

A consecuencia de la intervención, perdió la movilidad de su brazo izquierdo y, entre ejercicios para recuperarlo, tuvo que someterse a sesiones de quimioterapia para curar su cáncer.

Superada la quimioterapia, Pedro se dedicó a recuperar la movilidad de su brazo. Con la ayuda de Natacha Bolaños y de su programa Pink Ribbon para afectados por cáncer de mama, en dos meses lo recuperó totalmente. Pero lo volvería a perder.

Linfedema, una secuela crónica

La extracción de sus ganglios linfáticos le hizo desarrollar en su brazo izquierdo una de las secuelas crónicas del cáncer de mama, el linfedema. Un tipo de edema producido por una disfunción linfática. Belén Alonso Álvarez, médico especialista en medicina física y rehabilitación del Hospital Universitario Ramón y Cajal explica que esta disfunción provoca que se acumule la linfa (líquido rico en proteínas) en el espacio que hay entre las células, dando lugar a un aumento de tamaño o hinchazón de la región corporal afectada. En el caso del linfedema que se produce tras los tratamientos del cáncer de mama, se localiza en el miembro superior del lado intervenido, y puede afectar a todo el miembro o una parte de él, como la mano.

Una mano que Pedro toma como referencia para saber cómo tiene el brazo. «Cuando veo nudillos es que está bien. Los he llegado a tener curvos», indica. Su mano dejó de servir para diseñar a los soldados que combatieron Waterloo, escalar o remar en un Kayac. «Cuando te dedicas a actividades como estas y tu brazo se convierte en una amenaza, entonces te viene la depresión. Realmente, como dice mi mujer, Esther Valero, no he estado enfermo del cáncer, he estado enfermo de mi brazo», afirma.

El problema fue que ambos desconocían entonces cuáles eran las posibles secuelas a las que se podía enfrentar Pedro: las complicaciones en los tratamientos de cáncer de mama ocurren en aproximadamente un 25-30% de los casos tratados con linfadenectomía y radioterapia. «No dieron la suficiente importancia a las secuelas en su caso», afirma su mujer.

Para afrontar su secuela y evitar así que el líquido linfático se acumulara en su miembro, Pedro debía ponerse un vendaje compresivo muy incómodo  para que toda la linfa no se acumule en él. Sin embargo, llegó un momento donde no pudo más. «Un día me harté de mi propio brazo y le dije: no me vas a amargar la vida. Dejé de vendarlo y volví a hacer ejercicio con la misma intensidad que antes. Y el brazo, con el propio ejercicio muscular, empezó a drenarse solo».

Pedro ha vuelto a trabajar en su maqueta, aunque no como antes. La extracción de sus ganglios hizo que su brazo perdiese defensas, cualquier herida le puede hacer mucho daño. Por ello, ahora ya no diseña las figuras de su maqueta. «Solo las pinto, pero me llena igual».

 

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Realizando un test genético al inicio del diagnóstico podría evitar hasta un 33% de errores en el tratamiento

Realizando un test genético en el momento inicial del diagnóstico se evita una tercera parte de los errores actuales a la hora de definir el tratamiento. Así lo demuestran los resultados de un estudio publicado en la revista «BMC Medicine» y liderado por investigadores delHospital Clínic de Barcelona y del Institut de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps).

La investigación, en la que también han participado científicos del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) y de la Universidad de Carolina del Norte, constata que los test genómicos realizados en el momento del diagnóstico son vitales para mejorar la estrategia terapéutica ya que «permiten identificar la verdadera biología del tumor y proporcionan información valiosa en cuanto al pronóstico de la paciente, así como la respuesta que tendrá su tumor a la quimioterapia», según explica a ABC el doctor Aleix Prat, responsable del Servicio de Oncología del Clínic y del equipo de Investigación Genómica Translacional y Terapias Dirigidas en Tumores Solidos del Idibaps

Este tipo de test se utilizan actualmente de forma selectiva una vez se ha realizado la cirugía en pacientes con tumores sensibles a hormonas con el objeto de dedicir si es necesario el tratamiento posterior con quimioterapia. «Se trata de utilizar antes esta herramienta en beneficio de la paciente», apunta Prat, que ya aplica esta técnica en el Clínic. «Como es la misma tecnología, no hace falta aprobar nada, solo tiene que decidir llevarla a la práctica clínica la propia comunidad médica»,  y una vez realizado el test un comité multidisciplinario de expertos decide la mejor estrategia terapéutica y de seguimiento para cada caso concreto.

«En la investigación hemos demostrado que analizando 50 genes del tumor, aprovechando la punción inicial para la primera biopsia que se realiza a la paciente, se evitaría la quimioterapia a aproximadamente un 20 por ciento de las afectadas a las que se les ha indicado y no la necesitan y se indicaría a otro 15 por ciento de pacientes que no la reciben y sí la necesitan», explica el oncológo del Clínic. «En total se corregiría un tercio de errores en el tratamiento»

En el estudio se han evaluado los datos genómicos y clínicos de 957 pacientes con cáncer de mama, una de las series más importantes de las publicadas hasta ahora, para determinar la capacidad de identificar el subtipo molecular del tumor y evaluar su utilidad a la hora de predecir la respuesta a la quimioterapia, así como el pronóstico del tratamiento. Según los investigadores, «la biología identificada con datos genómicos es la variable más importante para predecir la respuesta al tratamiento y la supervivencia, más allá de las 4-5 variables que se utilizan actualmente en la clínica».

« Hemos demostrado con el estudio que aplicarlo en un principio, en el preciso momento del diagnóstico logramos, a la larga, mejorar la supervivencia porque afinamos más en el diagnóstico y en la estrategia terapéutica», constata el responsable del Servicio de Oncología del Hospital Clínic.

Por otro lado, la investigación «amplía el abanico» respecto al tipo de tumores indicados para la realización de este tipo de test. «Hasta ahora se han focalizado exclusivamente en tumores de mama hormonosensible ya ahora hemos visto que podrían ser útiles también, por ejemplo, en triples negativos», concluye el investigador. El cáncer de mama triple negativo suele ser más agresivo que otros tipos de cáncer de mama. Los estudios realizados indican que es más probable que este tipo de cáncer se propague fuera de la mama y sea recurrente una vez aplicado el tratamiento. Estos riesgos son aparentemente más elevados en los primeros años posteriores al tratamiento. A medida que pasan los años, los riesgos de padecer cáncer de mama triple negativo recurrente se equiparan a los niveles de riesgo para otros tipos de cáncer de mama.

La beca Fundación SEOM-Buckler 0,0, premia al proyecto “Caracterización Molecular del Cáncer de Mama gestacional”

La beca Fundación SEOM-Buckler 0,0, que destina 20.000 euros a un proyecto de investigación, ha recaído en ‘Caracterización Molecular del Cáncer de Mama gestacional’, del Grupo GEICAM de investigación en cáncer de mama, dirigido por el jefe de Oncología del Hospital Reina Sofía, el doctor Juan de la Haba.

Este tipo de cáncer es relativamente poco frecuente, representa el 6 por ciento de los tumores de mama en pacientes menores de 43 años. Considerando el total de todos los embarazos, la incidencia oscila entre 0,02 y 0,1 por ciento. “En los últimos años se ha observado un aumento del número de casos, probablemente relacionado con el retraso de la edad del primer embarazo. El perfil es de una mujer mayor de 30 años, con afectación ganglionar y tumores poco diferenciados y que en su mayoría no expresa receptores hormonales”, explica el doctor De la Haba.

El objetivo de la investigación, es analizar el perfil de expresión génica de una serie de tumores gestacionales y comparar estos resultados con los descritos en la población de cáncer de mama en general. El equipo de investigadores se centrarán en identificar los principales subtipos intrínsecos de cáncer de mama y analizar otras formas genéticas en tumores diagnosticados durante el embarazo, la lactancia o el primer año postparto. Además, estudiará la correlación de los perfiles moleculares identificados con las características clínico-patológicas y epidemiológicas de estas pacientes, y la evolución de su enfermedad.

Se hará el estudio a 60 pacientes de las Unidades de Oncología Médica del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, Instituto Valenciano de Oncología y el Hospital Clínico Universitario de Valencia.

“A medio plazo, las conclusiones que obtengamos podrían ayudar a establecer futuras hipótesis de trabajo en nuevos estudios que profundizarán en el proceso carcinogénico del cáncer de mama gestacional. Por ejemplo, para determinar la seguridad asociada a un embarazo en mujeres que previamente hayan tenido un cáncer de mama”, explica el director del proyecto, el doctor De la Haba.

 

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