La dieta juega un papel fundamental en el riesgo de aparición de distintos tipos de cáncer. Como en el caso del cáncer colon, cuya probabilidad de desarrollo es significativamente menor en la población con una elevada ingesta de fibra. Según un nuevo estudio dirigido por investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Los Ángeles (EE.UU.) ha venido a constatar la importancia de la dieta en las pacientes con cáncer de mama. A raíz de los resultados, las mujeres que, ya en la postmenopausia, siguen una dieta baja en grasas tienen un menor riesgo de mortalidad por este tipo de tumor que aquellas cuyas dietas contienen niveles de grasas elevados o, incluso, normales.
El director de esta investigación, Rowan Chlebowski, en la Reunión Anual 2016 de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer (AACR) que se celebró en Nueva Orleáns (EE.UU.) explica, «nuestro estudio ha sido el primero en examinar la mortalidad tras el cáncer de mama en esta población, y lo que hemos encontrado es que el mantenimiento de una dieta baja en grasas conlleva un incremento de las tasas de supervivencia en mujeres postmenopáusicas que han sido diagnosticadas de cáncer de mama».
Con motivo del inicio del estudio, y mientras 29.494 participantes mantuvieron sus patrones dietéticos habituales, 19.541 mujeres adoptaron una dieta en la que redujeron la ingesta de grasas y aumentaron el consumo de frutas, vegetales y fibra.
Tras ocho años de seguimiento de dicho estudio, los resultados mostraron una mayor tasa de supervivencia tras el diagnóstico de cáncer de mama en las participantes que siguieron la dieta baja en grasas–de un 82% frente al 78% en el grupo con una dieta con un contenido lipídico normal. Además de mostrar una menor mortalidad por enfermedad cardiovascular en las participantes que consumían la dieta baja en grasas.
Por el contrario, no se observaron diferencias en las características de los tumores –entre otras, el tamaño y el número de ganglios afectados– de las mujeres que desarrollaron cáncer de mama en ambos grupos. Sin embargo, el porcentaje de cánceres de mama sin receptores de progesterona resultó inferior entre las participantes que siguieron la dieta baja en grasas –un 28,4% frente a un 33%.
En conclusión, las dietas bajas en grasas disminuyen el riesgo de mortalidad por cáncer de mama en la postmenopausia. Un tipo de dietas que, lógicamente, debe mantenerse a lo largo de toda la vida. Y es que como concluye Rowan Chlebowski, «las mujeres necesitan mantener estas dietas bajas en grasas para no perder los beneficios asociados a esta intervención dietética».
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